Jerome Bruner ha sostenido que el ingreso de los niños al mundo del significado es prelingüístico y hunde sus raíces en la dotación de recursos adaptativos esencialmente vinculados a la vida grupal y a sus ritmos y reglas de interacciones. Los niños expresan muy tempranamente cierta competencia para interactuar con los otros humanos; para incluirse significativamente en turnos de interacción.Siendo así, la capacidad semiótica más arcaica la encontramos –según Bruner– en la esfera de las inclusiones en secuencias de interacciones signi"cativas aún previas a su discursivización.
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