Perú
Este documento pretende contribuir al debate y esclarecimiento sobre el Desarrollo Sustentable. No hay sector en el mundo que no hable del Desarrollo Sustentable, pero muy pocos entienden lo que realmente propone éste. De esto se aprovechan en forma reiterada los países capitalistas y sus representantes en los diferentes sectores. Los neoliberales también hablan de Desarrollo Sostenible; pero, ¿son consecuentes con sus principios económicos?, ¿la visión antropocéntrica propone realmente el Desarrollo Sostenible? ¿En gobiernos que están bajo el mandato del FMI y BM se podrán implementar políticas que encaminen al Desarrollo Sostenible? Estas son algunas de las preguntas que vamos a esclarecer en el documento. La crisis ambiental no es un problema reciente. Esto viene aconteciendo desde muchos años atrás. Si en los años setenta la crisis ambiental llevó a proclamar el freno al crecimiento antes de alcanzar el colapso ecológico, en los años noventa la dialéctica de la cuestión ambiental ha producido su negación: hoy el discurso neoliberal afirma la desaparición de la contradicción entre ambiente y crecimiento. Los mecanismos de mercado se convierten en el medio más certero y eficaz para internalizar las condiciones ecológicas y los valores ambientales al proceso de crecimiento económico. En la perspectiva neoliberal, los problemas ecológicos no surgen como resultado de la acumulación de capital, ni por fallas del mercado, sino por no haber asignado derechos de propiedad y precios a los bienes comunes. Una vez establecido lo anterior, las clarividentes leyes del mercado se encargarían de ajustar los desequilibrios ecológicos y las diferencias sociales: la equidad y la sustentabilidad. El discurso dominante busca promover el crecimiento económico sostenido, negando las condiciones ecológicas y termodinámicas que establecen límites a la apropiación y transformación capitalista de la naturaleza. La naturaleza está siendo incorporada así al capital mediante una doble operación: por una parte se intenta internalizar los costos ambientales del progreso; junto con ello, se instrumenta una operación simbólica, un «cálculo de significación» que recodifica al hombre, la cultura y la naturaleza como formas aparentes de una misma esencia: el capital. Así, los procesos ecológicos y simbólicos son reconvertidos en capital natural, humano y cultural, para ser asimilados al proceso de reproducción y expansión del orden económico, reestructurando las condiciones de la producción mediante una gestión económicamente racional del ambiente. De esta manera, la retórica del crecimiento sostenible ha reconvertido el sentido crítico del concepto de ambiente en un discurso voluntarista, proclamando que las políticas neoliberales habrán de conducirnos hacia los objetivos del equilibrio ecológico y la justicia social por la vía más eficaz: el crecimiento económico guiado por el libre mercado. Este discurso promete alcanzar su propósito, sin una fundamentación sobre la capacidad del mercado para dar su justo valor a la naturaleza, para internalizar las externalidades ambientales y disolver las desigualdades sociales; para revertir las leyes de la entropía y actualizar las preferencias de las generaciones futuras.
This document aims to contribute to the debate and clarification on sustainable development, there is no sector in the world that does not speak of the importance of this topic, but very few understand what it really proposes. Capitalist countries and their representatives in different sectors repeatedly take advantage of this. Neoliberals also speak of sustainable development; But, are they consistent with its economic principles? Does the anthropocentric vision really propose sustainable development? In governments that are under the mandate of the IMF and WB, will policies that aim at sustainable development be implemented? These are some of the questions that we are going to clarify in the document. The environmental crisis is not a recent problem. This has been going on for many years. If in the 1970s the environmental crisis led to proclaiming the brake on growth before reaching ecological collapse, in the 1990s the dialectic of the environmental question has produced its negation: today the neoliberal discourse affirms the disappearance of the contradiction between environment and increase. Market mechanisms become the most accurate and effective way to internalize ecological conditions and environmental values in the process of economic growth. In the neoliberal perspective, ecological problems do not arise as a result of capital accumulation, nor due to market failures, but because of not having assigned property rights and prices to common goods. Once this was established, the clairvoyant laws of the market would be in charge of adjusting ecological imbalances and social differences: equity and sustainability. The dominant discourse seeks to promote sustained economic growth, denying the ecological and thermodynamic conditions that set limits to the capitalist appropriation and transformation of nature. Nature is thus being incorporated into capital through a double operation: on the one hand, an attempt is made to internalize the environmental costs of progress; Along with this, a symbolic operation is implemented, a "calculation of significance" that recodes man, culture and nature as apparent forms of the same essence: capital. Thus, the ecological and symbolic processes are converted into natural, human and cultural capital, to be assimilated to the process of reproduction and expansion of the economic order, restructuring the conditions of production through economically rational management of the environment. In this way, the rhetoric of sustainable growth has turned the critical sense of the concept of environment into a voluntarist discourse, proclaiming that neoliberal policies must lead us towards the objectives of ecological balance and social justice by the most effective means: economic growth. guided by the free market. This discourse promises to achieve its purpose, without a foundation on the market's capacity to give its fair value to nature, to internalize environmental externalities and dissolve social inequalities; to reverse the laws of entropy and update the preferences of future generations.
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