Desde el Rococó podemos plantear los conceptos democráticos modernos menos como conceptos con perfecta definición que como moldes interpretativos en cuya referencia entendemos nuestras relaciones sociales, personales y nuestra propia identidad. Ello implica que la ciudadanía no viene por la pertenencia a una sociedad democrática bajo la cual se adquiere cierta dignidad o racionalidad, sino por la participación en una serie de relaciones que no entendemos si no hablan con la gramática democrática: necesitamos de libertad y autonomía para decidir qué vamos a entender por libertad y autonomía y eso no es una contradicción sino el mero desarrollo de la ciudadanía democrática. El salón Rococó muestra el modo en que tal ciudadanía puede funcionar
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