En estas páginas se propone examinar el fenómeno del nacionalismo desde un ángulo “biologista”. La nación (grupo fuertemente cohesionado por señas de identidad común) aparece aquí como una estrategia inconsciente de la especie para lograr prevalecer. Mientras el individuo necesite de otros para dotarse de una identidad propia —se señala—, esa identidad siempre requerirá de grupos distintos para establecer el contraste; y mientras se mantenga vigente la fuerza vital que anima a nuestra especie y la impulsa a continuar reproduciéndose, existirá una urgencia ciega hacia la constitución de grupos diversos y competidores, es decir, potencialmente hostiles. La conclusión de este análisis —sostiene el autor— tiene dos caras. La primera es reconocer que la nación, esa indoblegable voluntad de tribu, forma parte de la más íntima naturaleza humana. La segunda es que ese impulso instintivo, para que no sea letal, debe quedar sujeto al imperio de las leyes, de los controles democráticos y de la moral.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados