En estas páginas se sostiene que mientras no se incremente a 3 ó 3,5 UF la subvención a los establecimientos educacionales, que hoy atienden al 91,6% de la población escolar chilena, es quimérico pretender que nuestros jóvenes puedan recibir una educación aceptable.
La subvención de 1 UF al mes por niño atendido, se señala, simplemente no alcanza, y ésta es una realidad que no puede soslayarse.
En segundo lugar, se plantea que la alternativa más idónea para asegurar un uso eficiente del dinero destinado a educación consiste en asignar los recursos en forma directa a los propios establecimientos, a través de una sola “cañería”: la subvención. Tercero, en lo que se refiere a los incentivos, se sugiere establecer montos adicionales al mínimo para los colegios que obtengan mejores resultados, medidos con parámetros objetivos.
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