Este artículo ofrece un análisis de la influencia de la Generación del 27 en la obra de Luis García Montero (parcialmente centrado en los casos de Federico García Lorca, Rafael Alberti y Luis Cernuda) y, en particular, del modo en el que el poeta contemporáneo se apropia del legado de sus precursores para legitimar su apuesta literaria personal. Se arguye que, en los tres casos examinados, mediante esta estrategia de (auto)legitimación la poesía del 27 se convierte, con diversos grados de consciencia, en una superficie especular maleable que acentúa, dulcifica o distorsiona los rasgos literarios que interesa resaltar o denostar, según convenga reforzar las posiciones propias o desacreditar las del rival en el espacio de lucha por la hegemonía del poder simbólico que, para Pierre Bourdieu, constituye todo campo de producción cultural.
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