Cuando Ricardo I asumió el compromiso cruzado, en pleno conflicto con su padre, ya era el caudillo militar más famoso del reino gracias a sus enfrentamientos con la nobleza francesa en los dominios continentales de los Plantagenet. Plantear una nueva estrategia de combate, cruzando el Mediterráneo, se convirtió en la prueba de fuego de su reinado.
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