Algunos hablan mal del silencio, más por desconocimiento de su valor existencial que por haber hecho una reflexión seria sobre el tema, haberlo asumido en su intimidad y vivenciado en lo concreción diaria. Pienso que el silencio, debidamente experimentado y orientado en la propia vida, constituye una de las grandes fuerzas existentes en el interior humano. Aunque parezca contradictorio, el silencio habla, en ocasiones más que la palabra. El auténtico silencio desemboca en las mayores revelaciones, que pueden proporcionar sentido al ser y quehacer de las personas, a sus ansias de verdad, bondad y belleza. No lo dudemos: la verdad, la bondad y la belleza más profundas, que no dejan de transparentar su misterio, pueden encontrarse reflejadas detrás del silencio más profundo. No tengamos miedo entonces al recogimiento interior, ya que puede mostrarnos tesoros insospechados y ofrecérnoslos con la sencillez que solo proporciona la serenidad, la paz del espíritu.
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