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Resumen de La dinámica narcisista de la sumisión. La atracción de los indefensos hacia líderes autoritarios

Jay Frankel

  • español

    Ciertos cambios económicos y culturales de la sociedad hacen que muchas personas se sientan postergadas y “desposeídas”, es decir que ya no tienen un lugar valorado en la sociedad. Esto puede ser especialmente real cuando el sistema económico, como el régimen actual del capitalismo neoliberal, se basa en la creación de inseguridad continua y empobrecimiento activo a muchas personas. Estas reaccionan a este trauma social identificándose, sometiéndose y cumpliendo con las expectativas de algunos grupos, para mantener cierto sentido de pertenencia y valía. Pero también desarrollan fantasías compensatorias, generalmente de naturaleza autoritaria, que parecen restaurar no solo sentimientos de seguridad y pertenencia, sino de privilegio. Irónicamente, estas fantasías facilitan obediencia, al anular los sentimientos más personales y el pensamiento independiente de las personas, lo que podría conducir a la disidencia. Se puede pensar que las fantasías tienen tres dinámicas que convergen: el sadomasoquismo;

    organización esquizoparanoide, incluida la envidia; la defensa maníaca, y un cuarto elemento: el sentimiento de verdad emocional como consecuencia de la lesión narcisista que infunde a las otras dinámicas un sentido de poder emocional y rectitud. El resultado es una política de indignación justificada donde las personas ignoran las realidades que los ofenden y pasan por alto las consecuencias de sus acciones en el mundo real.

  • English

    Certain economic and cultural changes in society cause many people to feel left behind and “dispossessed”—that they no longer have a valued place in society. This may be especially true when the economic system, like the current regime of neoliberal capitalism, relies on creating ongoing insecurity, and actively dispossesses many people. People react to this social trauma by identifying, submitting and complying with some group’s expectations, in order to hold onto some sense of belonging and value. But they also develop exciting compensatory fantasies, generally authoritarian in nature, that seem to restore not only feelings of safety and belonging, but of specialness. Ironically, these fantasies facilitate compliance, by numbing people’s more personal feelings and independent thinking, which could lead to dissent. The fantasies can be thought of as having three dynamics that work in concert—sadomasochism; paranoid-schizoid organization, including envy; and the manic defense—and a fourth element: the feeling of emotional truth that follows narcissistic injury, and infuses the other dynamics with a sense of emotional power and righteousness. The result is a politics of outraged entitlement where people disregard realities that offend them and overlook real-world consequences of their actions.


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