Se nos muestra lacerante el hecho de las migraciones con una intensidad y una extensión que hacen de este fenómeno algo radicalmente nuevo, un drama que sobrepasa el límite de la dignidad humana ante la gélida frontera de una caída en picado del derecho de asilo. Entendemos, como sugiere la ponencia, que esta situación inhumana radica en el totalitarismo capitalista y todos los sectarismos intrincados en el perverso amanecer del siglo XXI. La educación se presenta como posibilidad real de una ciudanía diversa, fundada en la realidad personal humana, más allá de cualquier artificio urdido por la construcción del estado-nación.
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