Dicho hasta el hartazgo, vivimos tiempos retadores, que exigen el acierto de realizar “buenas prácticas” educativas a partir de “buenas teorías”. El reto se sintetiza en que convivimos globalmente. Todos implicados con todos, más que nunca hasta ahora. En lo cultural, plena y transversalmente, y con virulencia en el subaspecto, neurálgico, de lo económico. Y nos hemos propuesto ser competentes/competitivos, como proyecto alternativo. Sin ser expresión dogmática de un pensamiento único, entiendo que añade valor educacional, más que restarlo, si, sobre todo, se toma conciencia, como apunta la etimología de dicho término, que la experiencia competencial/competitiva es una manera valiosa de ser cooperativo.
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