La Guerra Ruso-Turca de 1877-1878 se desarrolló sobre todo en la región del Danubio y en los Balcanes, su frente principal, en el que se produjeron luchas encarnizadas y terribles asedios. Los rusos confiaban al comienzo de la guerra en que la campaña fuera breve por dos motivos: el imperio carecía de medios financieros para una contienda prolongada y cabía contar en todo momento con la interferencia de otras grandes potencias, como el Reino Unido. Los rusos seguían los mismos planes que en la guerra de 1826-1829 y esperaban cruzar el Danubio tan deprisa como fuese posible, luego atravesar los Balcanes antes del invierno y marchar directos sobre Constantinopla, el esquivo premio que ambicionaban los zares.
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