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Resumen de Restaurante El Cuartel del Mar. Chiclana de la Frontera, Cádiz. Spain

More-co arquitectura y diseño

  • Las múltiples y decisivas circunstancias históricas que caracterizan este entorno, así como su condición geográfica y medioambiental, han sido incorporadas con rigurosidad y elegancia en este proyecto.

    El proyecto de rehabilitación y acondicionamiento del edificio del antiguo Cuartel militar de la Loma del Puerco en la costa de Chiclana de la Frontera, tiene como objetivo reconvertirlo en restaurante y sala de exposiciones abierta al público. Este edificio se eleva en un enclave privilegiado por varios aspectos. Por un lado, disfruta de un entorno natural único, coronando la ladera de la Loma del Puerco, con la Playa de la Barrosa a sus pies. Este espacio es un reconocido lugar histórico por ser escenario de la Batalla de Chiclana, el 5 de marzo del año 1811, uno de los episodios más relevantes de la Guerra de la Independencia en España. Además, a escasos metros del cuartel se encuentra la Torre del Puerco, antigua atalaya militar del siglo XVI utilizada entonces para vigilar la costa en prevención de ataques berberiscos, ahora reconvertida en punto de observación de movimientos migratorios de aves como las espátulas (limes platalea), que se dirigen hacia el sur siguiendo la línea de costa.

    Una carretera rodea el cuartel para bajar serpenteando hasta la playa. El acceso motorizado se produce por esta carretera hasta el aparcamiento integrado en la parcela, paralelo a la fachada este y oculto desde la playa. Además, se ha posicionado en una cota inferior con respecto a la rotonda de acceso al conjunto, desapareciendo en el horizonte. El acceso peatonal, alejado del motorizado, discurre por un intencionado sendero de paseo con vegetación que se funde con el paisaje.

    El cambio de uso del edificio requiere repensar los espacios para adecuarlos a su nueva vida. Se han efectuado una serie de mejoras en la distribución, tanto interior como exterior, para aprovechar al máximo las condiciones del lugar, potenciar las vistas y permitir el uso fluido tanto de visitantes como de trabajadores por las instalaciones.

    El edificio se compone de dos naves longitudinales, paralelas a la playa. El pabellón oeste, más cercano a la costa, alberga el restaurante y la cocina; el este integra la sala de exposiciones y espacios de servicio, necesarios para el buen funcionamiento de todo el conjunto. Ambos pabellones se conectan en el acceso principal en la fachada noroeste, y al cerrarse crean el patio, espina dorsal del edificio que distribuye la circulación y el movimiento, así como la relación entre interior y exterior del edificio.

    La zona expositiva se amplía y se deja diáfana y flexible con el objeto de adaptarse a la oferta de ocio y cultural. Se sitúa en directa relación con el patio, entendiendo éste como un espacio multifuncional exterior y protegido del viento, que puede ser ampliación de área expositiva, pero también espacio de actuación musical o de descanso para el visitante entre actividades del centro.

    La nueva escalera de caracol se incorpora e integra en el proyecto para permitir el acceso y uso de la cubierta para avistamiento de aves y el disfrute de las vistas, que en días despejados permiten ver claramente el Castillo de Sancti Petri. La subida en espiral invita al visitante a ver el edificio desde varios puntos de vista, según se eleva sobre el patio y descubre la línea del horizonte. Se incluyen además nuevas pérgolas en puntos estratégicos, orientando al visitante hacia el acceso principal, el punto de avistamiento de pájaros en cubierta o la terraza suroeste, uno de los espacios con mejores vistas del entorno.

    Se revisten de mortero de cal en tono claro todas las fachadas y particiones interiores del edificio. Relacionadas con la imagen de construcción tradicional gaditana, este material será como una piel transpirable para proteger y permitir respirar al edificio, garantizando a los que allí viven un estado de bienestar psíquico y físico. Se aísla la cubierta y se reviste con grava o pavimento continuo de hormigón, de nuevo en tonos claros para proteger del sol, y además integrarlo en el paisaje a vista de pájaro. Se incluye por la misma razón vegetación dispersa en la cubierta y patio, de bajo mantenimiento, enlazando con el paisaje circundante. Se utiliza grava en el aparcamiento en los mismos tonos, que además por su textura como pavimento obliga al tránsito lento de vehículos y permite un paseo cómodo peatonal.

    La carpintería de madera en puertas y ventanas en fachadas, con altas prestaciones de aislamiento térmico y acústico, se ha elegido por ser un material natural y cálido que crea un interior más confortable. Además, se ha optado por madera en lugar de metal por su mantenimiento a largo plazo, atendiendo al agresivo ambiente marino al que estará expuesta. Se integran detalles de barro, piedra y elementos reutilizados, que vinculen repetidamente con el espacio histórico en el que nos encontramos.


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