Fidencio Aguilar Víquez, Ramón Díaz Olguín
Son tiempos de crisis. Caen las certezas y las nuevas propuestas muy pronto pasan a formar parte de lo ido, sin si quiera haberse ensayado. La existencia humana, tanto en su ser como en su quehacer, se ha vuel-to el principal enigma. El horizonte histórico ha dejado de mostrar metas y los mismos caminos se han vuelto laberintos antropológicos, culturales, políticos, sociales, económicos y pedagógicos. Las mismas generaciones que vitalizan la dinámica social y su estructura parecen estar dislocadas y hacen de la vida social un entramado inmaduro o enfermo donde lo humano permanentemente se aleja de lo histórico, esa realidad que lo expresa con mayor consistencia y precisión.
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