En pleno siglo XXI, surge la imperiosidad de transitar de paradigmas lineales y simples a otros complejos y transformadores, en las que, los procesos resolutivos de ayuda profesionalizada, nos aboquen a la asunción de perspectivas y enfoque más humanos, donde las personas - más no “usuarios o clientes” que lo único que procura es un inexorablemente efecto despersonalizador - sean las verdaderas protagonistas de sus procesos de cambio al amparo de las innovaciones sociales que aporta la ultramodernidad del Trabajo Social, permitiendo con todo ello afrontar conjuntamente ese “sufrimiento psicosocial”a desde ópticas más amplias que contribuyan a soluciones garantistas desde el razonamiento lógico, pero también desde ese trato y calor humano que certifica la singularidad de la importancia de la esfera afectiva, empática y emocional en y desde la intervención social.
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