La capilla funeraria de san Victorián, construida por el abad Juan Marqués en el siglo xv y en el ángulo sureste del claustro de San Juan de la Peña, es una exquisita muestra del mejor tardogótico aragonés, como prueban los festones de su arquitectura y su profusa decoración escultórica, esta última muy poco estudiada desde el punto de vista temático. Este trabajo centra su interés en uno de los animales más repetidos en la portada, el caracol, imagen a su vez de uno de los principales vicios atribuidos a los monjes, la acedia, cuyas connotaciones morales variaron desde los primeros siglos del cristianismo, como se estudia a continuación.
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