La vida política está conformada por dos caras o vertientes, unidas mediante el dispositivo conceptual de la representación, la parte de los gobernantes y la de los gobernados. Gobernantes y gobernados no son, pues, dos cuerpos en conflicto sino dos aspectos diferentes de la misma cosa. Por tanto, prescindir en el diagnóstico de la crisis política, del papel que pueda tener la ciudadanía en la vida política institucional, supone suprimir del análisis una dimensión central y constitutiva del mismo.
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