El Banco Central Europeo (BCE) anunció en julio los resultados de la revisión de su estrategia de política monetaria. Como aspecto destacado, el Consejo de Gobierno ha definido un objetivo de inflación simétrico del 2 %. No obstante, la forma en que los responsables de la política monetaria reaccionan ante las desviaciones de su objetivo no es simétrica. La nueva estrategia prevé también incluir en un futuro la vivienda en régimen de propiedad en el cálculo de la inflación.
La estrategia introduce tres limitaciones a la capacidad de maniobra del Consejo de Gobierno: la primera se deriva de la “proporcionalidad de sus decisiones y de los posibles efectos indirectos”;
la segunda es la necesidad de mantener el funcionamiento del mecanismo de transmisión de la política monetaria;
y la tercera responde a la necesidad de mantener la estabilidad financiera. Por último, la nueva estrategia pone el foco en los tipos de interés oficiales y dice menos sobre el uso de otros instrumentos no convencionales, como las compras directas de activos y las TLTRO. La distinción entre estos instrumentos es importante, porque la lógica de su recalibración puede diferir y por su influencia en la proporcionalidad de las actuaciones monetarias. Lagarde puede haber cumplido su promesa de transformar la forma de llevar a cabo la política monetaria, pero la prueba de fuego será la retirada en un futuro de sus instrumentos de política monetaria no convencionales.
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