A diferencia del viaje póstumo entre los griegos y romanos, cuyas almas transmigran, para los justos cristianos la muerte es la puerta de la vida eterna, después del Juicio Final. Una buena ilustración plástica es El entierro del señor de Orgaz, donde el Greco quiere captar el gran momento de la ascensión o reditus del alma del personaje. En la parte central aparece el alma del difunto en forma de feto o niño (al modo bizantino o medieval); es elevada por un ángel a los cielos, hacia el que se dirige la figura de la Virgen, puerta oriental que le dará entrada, ya renacida, al cielo, de donde proviene (exitus).
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