La desigualdad no es una fatalidad inevitable ante la que haya que conformarse. Es posible luchar contra ella, como se hizo después de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de construir un nuevo contrato social para el siglo XXI. Este nuevo contrato social se tiene que apoyar en tres pilares que se corresponden con las tres etapas del proceso económico: la preproducción (predistribución), la producción (distribución) y la posproducción (redistribución).
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