La madeja de este ensayo es David Bowie, como un motor o siquiera una excusa. Tomándome de su figura, su obra, y sus finitos quehaceres, devano tres hilos, a saber, el de Jorge Díaz, José Donoso seguido por Roberto Bolaño, donde cada uno absorberá la estela del cantautor, invocándole para evidenciar divergencia (“Todas las fiestas del mañana” [escrito en 1981, pero publicado en 2013]), extrañeza (El jardín de al lado [1980]) o aprehensión (Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce [1983]) frente a un escenario marcado por el exilio. En función de lo dicho, constato cómo la figura, la música e inclusive la lectura de Bowie, marca tres escenas pertenecientes a los fatídicos años 80, en los cuales, el exilio asoma como una experiencia a desgranar cual compás de apertura.
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