La autonomía obrera fue una irrupción social y política que revertía en lo personal; una experiencia enriquecedora. Pero toda bandera es una trampa; quienes hicimos de esa autonomía nuestra bandera quedamos atrapados en ella. El tiempo pasa rápido, aquel periodo en el que lo social y lo sindical eran un hervidero pasó vertiginosamente. Adquirimos, cierto, experiencias, también tuvo algo de borrachera que nos impidió saber (o querer) manejar los ritmos y los tiempos, abocándonos a una rápida derrota. De las victorias, los aprendizajes, de las derrotas, las enseñanzas.
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