El desarrollo de la teología del cuidado nos ha abierto a su esencia y presencia en la Escritura desde numerosas imágenes y escenas sutiles y provocadoras, donde el amor se operativiza a través de las diversas acciones que configuran el cuidado. El cuidado nos habla de la mirada atenta y protectora de Dios que custodia la fragilidad humana. Para crecer en humanidad y como creyentes cuidar nos exige preocupación por el hermano, despertar la mirada, agilizar la pronta visita y generar consuelo.
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