Hablemos del amor. ¿Lo entendemos como una inspiración romántica del intelecto o como el resultado de una pulsión irrefrenable del organismo? ¿O ambas cosas a la vez? Una buena parte de la mitología griega giraba en torno a esta ambivalencia entre el sentimiento amoroso y el deseo sexual. Los mitógrafos crearon incluso una escena iconográfica concreta para explicarla, un combate de lucha atlética entre Eros –el niño arquero expresión del sentimiento amoroso– y Pan –el numen de aspecto caprino, siempre excitado, ejemplo del afán genético de la reproducción animal–. El combate, que tenía como jueces a Ariadna y Dionisos, se expresaba gráficamente por un detalle nada casual: Pan combatía contra Eros con una mano atada a la espalda. Todos lo tenían claro. De otra forma, el combate no habría sido igualado.
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