León, España
Bajo la genérica denominación de prestaciones de muerte y supervivencia contempla el ordenamiento la protección (además de la específicamente dispensada al cónyuge viudo, al superviviente de una pareja de hecho y a los huérfanos) de determinados familiares del causante en los que concurran cumulativamente ciertos requisitos en el momento del hecho causante: convivir con el causante y a sus expensas, al menos durante los dos años anteriores; carecer de medios de subsistencia propios, cifrados en el Salario Mínimo Interprofesional (SMI); no tener derecho a otra pensión pública o prestación periódica de la Seguridad Social e inexistencia de familiares con obligación y posibilidad de prestarles alimentos (recayendo esta obligación, según lo establecido en los artículos 142 y 143 del Código Civil, en los cónyuges, ascendientes y descendientes).
Entre los posibles beneficiarios de tal protección, en concreto, de la pensión a favor de familiares, contempla el ordenamiento, entre otros, a los hijos y hermanos (varones y mujeres) de beneficiarios de pensiones de incapacidad permanente o de jubilación contributivas, mayores de 45 años y solteros, separados judicialmente, divorciados o viudos, que acrediten dedicación prolongada al cuidado del causante.
Y precisamente a propósito del alcance que deba otorgarse a tales cuidados versa la sentencia objeto de comentario, dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias el pasado 13 de marzo de 2020, en la cual se profundiza en el análisis del concepto de convivencia (se daba la circunstancia en el caso de que la actora se encontraba empadronada, junto con su hijo de 19 años de edad, en la misma calle y número que su progenitora, pero en pisos diferentes), llegando a la conclusión de que la convivencia exigida en las prestaciones a favor de familiares debe interpretarse más allá de la estricta cohabitación física, pues una interpretación excesivamente formalista del concepto dejaría fuera de protección situaciones reales de necesidad y dependencia, padecidas mayoritariamente por mujeres. En el asunto comentado, en la medida en que la hija ha venido cuidando y atendiendo las necesidades vitales de su madre mientras vivía y lo requería, con una asistencia continua (día y noche) por vivir en el mismo edificio, debe priorizarse en la valoración de este requisito que tiene un componente claramente social, humano y asistencial que quedaría diluido de hacerse una interpretación mecanicista y puramente física. Así, pese a la ausencia de esa cohabitación física se procede a reconocer la pensión a la hija de la pensionista, interpretando el artículo 226.2 TRLGSS a la luz de los principios de igualdad y no discriminación por razón de sexo. La aplicación de dicho canon hermenéutico permite al Tribunal resolver la controvertida cuestión desde una perspectiva de género que obliga a una contextualización y actuación conforme al principio pro persona y en favor de una mayor protección de los derechos humanos.
Under the generic name of death and survivorsbenefits, social security legislation provides protection for certain relatives of the dead person (in addition to that specifically granted to the surviving spouse/partner and orphans). Members of the deceased's family have to cumulatively fulfil certainrequirements at the time of the causal event: they must have lived with and depended financially on the deceased for at least two years prior to their death; they must lack their own means of subsistence, equivalent to the Minimum Interprofessional Wage (SMI); they mustn't be entitled to any other periodical pension or temporary allowance of Social Security and, finally, they must not have relatives who are obliged to provide adequate maintenance to them (this duty falls on spouses, ascendants and descendants, according to Articles 142 and 143 of Spanish Civil Code).The social security legislation includes among the possible beneficiaries of this pension for family members, among others, children and siblings (male and female) of beneficiaries of permanent disability or contributory retirement pensions, persons over 45 years of age and single, judicially separated, divorced or widowed persons, who can prove that they have devoted a long period of time caring for the deceased.The judgment in question focuses precisely on the scope of the family caregiving, analysing, in particular, the concept of cohabitation (in a case where the relative was registered, together with her 19-year-old son, in the same street and number as his mother, but in different flats).The High Court of Justice of Canary Islands concludes that the cohabitation required to qualify for the pension for family members must be interpreted beyond strict physical cohabitation, because an excessively formalistic interpretation of the concept would exclude from protection real situations of need and dependency, suffered mostly by women. In this particular case, the daughter has been caring for and attending to the vital needs of her mother, with continuous assistance (day and night), and this is prioritised in the assessment of this requirement, which has a clearly social, human and assistance component (only in a mechanistic and purely physical interpretation would it be become blurred).Consequently, despite the absence of such physical cohabitation, the Court decided to recognise the pension to the daughter of the deceased, interpreting article 226.2 of the Spanish Social Security Act, in the light of the principles of equality and non-discrimination on grounds of sex. The application of this hermeneutic canon allows the Court to resolve the controversial issue from a gender perspective which makes it necessary to consider a contextualisation and action in line with the pro personae principle and in favour of greater protection of human rights.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados