El análisis de la inmigración bearnesa en Cartagena de Levante (España) sirve de muestra importante de un proceso más general, como fue la consolidación del comercio extranjero en algunos puertos del Levante español, que aproximadamente podría enmarcarse desde el periodo final del siglo XVII, en que ya recibieron los franceses protección municipal para no ser sobrecargados con la farda, en el contexto de la represalia de 1683, hasta la sustitución de gran parte de los genoveses, que predominaban como exportadores, por su alineación austracista en la Guerra de Sucesión española. El predominio bearnés y francés quedó patente en su intervención en las compañías de armamentos de corso en la Guerra de la Oreja de Jenkins, y su importante presencia en el Catastro del marqués de la Ensenada (1755) y en la relación de casas de comercio de 1778, cuando se intentó formar un consulado nacional español, que resultó imposible.
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