Se ofrece un recorrido a través de la prensa de Zaragoza entre 1925 y 1928 para obtener un testimonio de las reacciones que la llegada de la AGM despertó en la ciudad, intentando aclarar ciertas cuestiones no bien conocidas, así como para tener referencia de las incidencias del procedimiento de implantación a través del seguimiento que hicieron los medios. En este primer artículo se trata de responder a las cuestiones de cuándo se designó Zaragoza como sede de la Academia y quién lo decidió, dejando para una segunda parte por qué se hizo así, dónde se determinó su emplazamiento y, fi nalmente, cómo se vivió todo ello en la ciudad.
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