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Resumen de Feminismo en la ciencia. Ideología impuesta y caza de brujas

Martín López Corredoira

  • español

    Mayormente, dejando de lado consideraciones metafísicas, los herederos de la tradición de la filosofía de la naturaleza son hoy los científicos. Sin embargo, estos son ajenos al factor humano en el hacer ciencia, y en ver cómo las visiones de la naturaleza se contaminan de ideologías políticas, religiosas o de otra índole. Corresponde al filósofo, en el sentido más general del término, vigilar los procesos humanos —históricos, sociológicos y psicológicos— en la construcción de teorías, así como en el desarrollo de la propia actividad científica. En nuestra época, el feminismo ha entrado con fuerza en las actuales políticas científicas, conjuntamente con otras ideas de política identitaria dentro del lema “diversidad, inclusión, igualdad”. La inmensa mayoría de los que nos dedicamos a la ciencia estamos convencidos de que la discriminación es algo reprensible, y debemos abogar por que un individuo humano de cualquier sexo, raza, grupo étnico o ideología sea valorado en la academia únicamente por sus méritos y potencialidades. Se supone que los programas de igualdad deben perseguir este objetivo. Sin embargo, como mostraré en este artículo a través de diferentes ejemplos, la lucha por la igualdad ha sido superada por el adoctrinamiento político en las instituciones académicas de los países occidentales. No es una situación aceptable. Las universidades y los institutos de investigación debieran ser políticamente libres (neutrales) para estimular la libertad académica. Un aspecto negativo de estos programas de igualdad es el acoso que científicos de todo el mundo están sufriendo por expresar opiniones relacionadas con el tema del “género”: la libertad de expresión entre los científicos se está reduciendo desmedidamente, incluso dentro de los límites que marca la legalidad. Los códigos de conducta extendidos más allá de los límites legales son ejemplos de tales. Los científicos que expresan sus opiniones sobre el tema del “género” pueden experimentar acoso, hostigamiento y exclusión social o académica. Estamos siendo testigos de una ola de proselitismo en institutos de investigación y en medios de comunicación asociados a la ciencia. Hay una amplia propaganda sesgada del “victimismo”, o en proponer discriminaciones positivas y aumentar la participación de las mujeres donde no ocurre espontáneamente, o en revisar la historia de la ciencia y sobrevalorar las creaciones de mujeres olvidadas u ofrecer conferencias sobre adoctrinamiento, organizar congresos sobre género y ciencia, o perseguir a cualquiera que vea el tema de manera diferente, todo ello amparado por multitud de asociaciones que se benefician económicamente de estos discursos con suculentas subvenciones de dinero público. Aparentemente, ya no se trata de luchar contra la discriminación, sino de imponer una ideología y de obtener una mayor cuota de poder para algunos. ¿Justifica el fin los medios?

  • English

    Metaphysical considerations aside, today’s inheritors of the tradition of natural philosophy are primarily scientists. However, they are oblivious to the human factor involved in science and in seeing how political, religious, and other ideologies contaminate our visions of nature. In general, philosophers observe human (historical, sociological, and psychological) processes within the construction of theories, as well as in the development of scientific activity itself. In our time, feminism—along with accompanying ideas of identity politics under the slogan “diversity, inclusion, equity”—has emerged in science policies. The vast majority of scientists (including myself) are convinced that discrimination is reprehensible. We also believe that all individuals of any sex, race, ethnic group, or ideology should be valued in academia solely based on his or her merits and potential through equality programs. However, as I will show in this article, political indoctrination has inadmissibly undertaken the struggle for equality in academic institutions in Western countries. I argue here that universities and research institutes should be politically free (neutral) to encourage academic freedom. One negative aspect of equality programs is that worldwide, scientists are harassed for expressing opinions related to the “gender” issue. This situation severely restricts scientists’ freedom of expression, even within the limits of the law. Codes of conduct extending beyond legal boundaries are examples of this issue. Scientists who express their views about “gender” are often harassed, bullied, and socially or academically excluded. Thus, we are witnessing a wave of proselytizing in research institutes and science-associated media. Today, there is widespread biased propaganda of “victimhood”. This propaganda proposes positive discrimination and increasing women’s participation in unnatural ways. It also bends the history of science by overvaluing the creations of forgotten women, offering lectures on indoctrination, organizing congresses on gender and science, and persecuting anyone who sees the subject differently. All of this covered by a multitude of associations that financially benefit from these discourses through succulent subsidies of public money. Apparently, feminism is no longer about fighting against discrimination. Instead, it is about imposing an ideology and giving more power to one group of people. Thus, we must ask whether the end justifies the means.


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