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Resumen de “Mompox. El Síndico Procurador, Francisco de la Bárcena Posada, pide sanción para los desmanes de los bogas, que hacen el tráfico fluvial del Magdalena, de Honda a la nominada villa, tocando en Zaragoza, Cáceres y otros puertos. Años de 1805”

Muriel Vanegas Beltrán, Adineth Vargas Hernández

  • Los bogas eran una grupo de trabajadores ligados a la historia del río Magdalena y sus afluentes. Este río era la arteria fluvial que vinculaba al mundo andino con los puertos del Caribe neogranadino y colombiano, y al mundo exterior con los mercados andinos. Objeto de la literatura,[1] de cuadros de costumbres,[2] de crónicas de  viajeros  nacionales y extranjeros,[3] de noticias de periódicos y de informes oficiales, tanto del período colonial como del siglo XIX, durante varios siglos el boga fue ese otro, el sujeto-objeto de las primeras relaciones que entablaron funcionarios, intelectuales y  miembros de  las elites con el mundo y las sociedades fluviales de los ríos y caños que comunicaban al interior andino  con los  puertos del Caribe neogranadino y a los extranjeros que se  movilizaban por esos ríos con destino al interior del país. Y exceptuando a uno que otro viajero (por ejemplo el socialista  utópico francés Elysee Reclus) las imágenes que se construyeron sobre sus labores y sus comportamientos para nada favorecen a los bogas, a tal punto, que, hasta hace pocos años, en Barranquilla,  principal puerto fluvial sobre el río Magdalena y epicentro de la  navegación  fluvial (tanto impelida  por fuerza humana como por máquinas de vapor), era  usual que para calificar a una persona por sus malos hábitos (vocabulario, además, formas en la mesa, etc.) se le dijera, “pareces un boga”.[4] El término fue cayendo en desuso, hasta el punto que el padre Pedro María Revollo no lo incluyó en su diccionario de Costeñismos Colombianos, publicado  en 1940.[1] David Peñas Galindo (prólogo y compilación), Candelario Obeso… popular y desconocido. Cantos populares de mi tierra, Mompox, Eds. Pluma de Mompox, 2007, pp. 33-35, 45-51.[2] Manuel María Madiedo, “El boga del Magdalena”, en Museo de cuadros de costumbres: variedades y viajes, tomo I, Bogotá, Banco Popular, 1973, pp. 13-21.[3] Ver la compilación  de  viajeros que transitaron por el  río Magdalena realizada  por Aníbal Noguera, (ed.), Crónica grande del río de la Magdalena, 2 tomos, Bogotá, Fondo Cultural Cafetero, 1975.[4] “Boga. Lo aplicamos con frecuencia para tachar a una persona grosera y mal educada…”, Adolfo Sundheim, Vocabulario costeño. O lexicografía de la región septentrional de la República de Colombia, Barranquilla, Gobernación del Atlántico, 1994, p. 102.


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