El territorio que hoy llamamos Andalucía como realidad histórica y determinada en el espacio y el tiempo se gestó en el complejo proceso fundacional acaecido durante el reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284). Las bases identificativas de nuestra región hay que explicarlas – y justificarlas también- no sólo en el vasto proceso de ruptura con la etapa andalusí anterior que supuso la conquista castellana del valle del Guadalquivir por Fernando III el Santo a mediados del siglo XIII, sino además en su articulación territorial posterior impulsada por su hijo Alfonso X. Lo que originaría una profunda y radical transformación estructural al establecer las prioridades de una nueva Andalucía en el contexto del reino de Castilla y León como tierra de frontera completamente renovada en el ámbito de la civilización europea y cristiana, occidental y feudal.
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