Las reorganizaciones en los ejércitos buscan compaginar las necesidades operativas con las posibilidades reales y la disponibilidad de recursos, en un esfuerzo permanente de prospectiva y adaptación a los cambios del entorno. En los primeros años del siglo XXI el Ejército de Tierra español acometió una profunda revisión de su funcionamiento basada en la teoría de sistemas, de la que surgió el Sistema de Mando y Dirección del Ejército (SIMADE), vigente en la actualidad. El SIMADE se constituyó como el conjunto de sistemas y subsistemas que normalizan el funcionamiento del Ejército y coordinan la actuación de las diferentes estructuras orgánicas, asegurando la conexión entre planeamiento, ejecución y consecución de los objetivos, a la vez que posibilita la convergencia de los procesos de una organización tan compleja como es el Ejército, todo ello a través de 14 sectores de planeamiento, que se traducen en 14 planes generales que se revisan anualmente, aumentando la eficacia del conjunto. El SIMADE posibilitó la transición desde un enfoque territorial y un ejército de guarnición hacia una orgánica de carácter marcadamente funcional en un nuevo ejército de proyección, ágil y versátil, que es lo que entonces se demandaba para el cumplimiento con garantías de las nuevas misiones de seguridad cooperativa y mantenimiento de la paz en un contexto multinacional.
En la situación actual, los cambios en el entorno operativo, la aparición de nuevas amenazas y el efecto de las disrupciones tecnológicas apuntan hacia la necesidad de un cambio profundo, basado en la transformación digital, en el que la gestión por procesos se constituirá como el modelo de organización. Una organización basada en el conocimiento, con los objetivos de obtener la superioridad de la información, potenciar el talento humano y aprovechar las posibilidades de las tecnologías emergentes para conseguir estructuras operativas flexibles y adaptables, que afronten con éxito la complejidad, variabilidad y velocidad de respuesta ante las misiones futuras. La cuantiosa contribución de las Fuerzas Armadas españolas a través de las Operaciones “Balmis” y “Baluarte” para mitigar los efectos de la pandemia generada por el COVID-19, con la coordinación y sinergias generadas entre la Unidad Militar de Emergencias y los tres Ejércitos y Armada, también con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y otros actores gubernamentales y civiles, son claro ejemplo de este nuevo contexto.
Para simultanear un cambio cultural y organizativo de estas dimensiones con el mantenimiento de las capacidades operativas que se exigen al Ejército de manera permanente se requiere un modelo de liderazgo determinado, inspiracional y participativo, basado a la vez en los valores tradicionales del Ejército y en las nuevas competencias digitales, que sepa modular la adecuada gestión del cambio dentro de los límites de tolerancia de la cultura organizativa, hacia un concepto holístico de seguridad integral, muy relacionado con la sostenibilidad
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