Tarde o temprano, la automatización del juicio vendrá, y la sociedad la incorporará a su constitución con toda normalidad. No hay, pues, que temerla. Hay que sólo prepararla y prepararse para obtener de ella los beneficios que nos ofrezca. Si bien la automatización del juicio no parece una realidad tan inmediata, el progreso científico y tecnológico es tan veloz, que quizá androides con toga nos estén observando ahora mismo desde una esquina del tiempo.
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