No es a los sitios arqueológicos a donde debemos ir a contemplar las ruinas de la ciudad; la mayor parte de los seres humanos vivimos el día de hoy exiliados, o encerrados en ellas. Las más de nuestras ciudades son, por toda esa especie de tumor que les crece a todas, por todas partes, feas e inhóspitas: les falla el "arte de la ciudad". Y la propia "lógica de la ciudad" deja a su vez de operar en la disolución, o en la perversión del ágora, y esto se vuelve en nuestros días un mal verdaderamente global: pareciera que estuviésemos asistiendo al fin de la ciudad.
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