El texto presenta una revisión crítica de la matemática emocional, al tiempo que trata el papel de las emociones en la reconfiguración de la didáctica de las matemáticas en relación con la razonabilidad. Durante mucho tiempo, la racionalidad se ha impuesto sobre la razonabilidad, de tal suerte que la matemática es vista como un área dura que causa displacer y sufrimiento a los adolescentes y a los jóvenes. No obstante, en los últimos años han surgido varias investigaciones tendientes a vincular lo cognitivo con lo afectivo y pensar que una educación emocional, paralela a la educación matemática, contribuye a elevar no solo el nivel de conocimientos sino también la calidad de vida de quienes estudian.
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