La apuesta por las suscripciones y por hacer un periodismo por el que merezca la pena pagar ha derribado un muro de silencio sobre las deficiencias de la medición oficial de audiencias digitales en España y las prácticas que esta ampara. De un mes para otro, todos los problemas que llevaban años desnudando al emperador Comscore se han hecho evidentes e intolerables para los grupos mediáticos que los habían asumido desde 2011. Su sustituta será la multinacional alemana GFK.
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