María Mercedes Fernández Ranea
La atención hospitalaria y domiciliaria se entiende desde un punto de vista compensatorio para aquel alumnado que por razones de enfermedad no puede acudir a su escuela de referencia. El objetivo principal es visibilizar su situación, que no se olvide por no estar presente de forma física. Es un alumno/a más, forma parte de ese grupo-clase, de las vivencias, de las oportunidades de aprendizaje, y como tal es necesario diseñar experiencias de aprendizaje personalizadas que den respuesta a sus necesidades educativas. La metodología y la práctica se caracterizan por ser directa, flexible, participativa, vivencial. Hacer de la estancia en el hospital o en un domicilio un período transitorio donde la escuela se traslada y con ello todo lo que implica desde la inclusión educativa. Los resultados obtenidos demuestran que la presencia de la escuela mejora y conecta al alumnado con su realidad, no sólo adquirir una rutina de trabajo sino también establecer un vínculo, un nexo. No aparecer desconectado de su realidad. La realidad implica que esta práctica educativa no debe caer en el olvido, pero es también la administración la que ha de promover dicha intervención desde un carácter igualatorio, compensatorio, inclusivo, y sobre todo, con docentes comprometidos con dicha realidad. La atención hospitalaria y domiciliaria no es simplemente hacer las tareas de la escuela en otro contexto, es crear la situación de aprendizaje, conectar, expresar, poner en valor lo que se hace, y sobre todo, dar voz a ese alumno o alumna
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