El bienestar económico producido en el último tercio del siglo XX lleva consigo el disfrute, en la época estival, de una segunda vivienda situada en la costa. Las pequeñas localidades costeras sufren una fuerte presión demográfica que obliga a acondicionar nuevos espacios de esparcimiento playeros. En Castro Urdiales (Cantabria) en 1991 se realizó un vertido de gravilla (350.000 m3) en la Ensenada de Urdiales, para pasar a convertirse en la playa artificial de Ostende. En Getxo (Bizkaia), la regeneración de la playa urbana de Arrigunaga conllevó una intervención compleja entre los años 1995 y 1999, con la construcción de espigones, retirada de arenas y conglomerados de escorias de fundición cementados (beachrock), el vertido de arena bioclástica natural (213.000 m3) y la completa urbanización de la playa. Una vez que han pasado varias décadas, en este trabajo se analiza cómo han evolucionado ambas intervenciones, si la migración de la arenagravilla, con pérdidas y acumulaciones en diferentes zonas, supone un riesgo para el pleno uso de las playas, y si los espigones cumplen los objetivos iniciales y se mantienen a pesar de los numerosos temporales marítimos sufridos. Como novedad, se constata la rápida formación de acuafactos como nuevas estructuras geomorfológicas sobre las protusiones rocosas por la abrasión mecánica de agua/arena-gravilla. Por último, surge la pregunta sobre si este tipo de intervención resulta adecuado en el actual contexto de conservación ambiental.
The small towns of the Basque-Cantabrian coast (Spain) suffer from strong demographic pressure in summer time that has made it necessary to develop new beach areas suitable for bathing. In 1991 in Castro Urdiales (Cantabria), gravel was dumped in Urdiales cove (350,000 m3) to create the Ostende artificial beach. In Getxo (Bizkaia), the regeneration of Arrigunaga urban beach involved a complex intervention between 1995 and 1999, with the construction of groynes, the removal of sands and conglomerates of cemented cast iron slag (beachrock), the subsequent deposition of natural bioclastic sand (213,000 m3) and the complete urbanization of the beach. Several decades having now elapsed, the present work analyses how the two interventions have evolved, whether the migration of sand-gravel, with losses and accumulations in different areas, poses a risk for the proper use of the beaches, and whether the groynes meet their original objectives and maintain themselves despite the numerous sea storms to which they are subject. As a new feature, the rapid formation of new geomorphological aquafact structures on the rocky protrusions generated by the mechanical abrasion of water/sand-gravel. Finally, the question is raised whether this type of intervention is appropriate in the current context of environmental conservation.
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