“Nunca más”, decimos pasada una catástrofe. Pero el accidente nuclear de Fukushima dista de haberse acabado. Su sombra persigue a Japón y sus habitantes desde hace diez años y seguirá haciéndolo durante mucho tiempo. Estos supervivientes conforman un retrato de las secuelas del desastre. Sus historias no deberían resultarnos ajenas, pues podrían ser las nuestras. Lo menos que podemos hacer es tenerlas presentes.
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