Los mandatos presidenciales en Perú duran cinco años. Sin embargo, este último, que comenzó el 28 de julio de 2016 y terminará con las elecciones de abril de 2021, parece haber sido mucho más largo. Ha habido demasiadas tensiones y conflictos continuos en direcciones a veces previsibles y otras no. El tiempo cronológico y el psicológico a veces se distancian. En un solo ciclo presidencial, Perú ha tenido cinco presidentes. El fujimorismo, con mayoría absoluta en el Congreso, bloqueó al poder ejecutivo, provocando continuas crisis de gobierno y, finalmente, la dimisión del presidente Kuczynski y del presidente Vizcarra, que se vio forzado a disolver el Congreso y adelantar las elecciones parlamentarias.
La agenda política está marcada por las elecciones de abril de 2021. Siguiendo los pasos de Chile, algunos grupos políticos han planteado un proyecto de ley para redactar una nueva constitución. Mientras tanto, la desafección popular por los políticos no deja de crecer en un país con poca confianza en sus instituciones y donde la ciudad se durmió hace demasiado tiempo pensando en el mal menor
The presidential terms in Peru are five years. However, the latter, which began on July 28, 2016 and ends with the April 2021 elections, seems much longer. In a single presidential cycle, Peru has had five presidents.
Fujimorism, with an absolute majority in the congress, blocked the executive power, causing continuous government crises and, finally, the resignation of President Kuczynski and President Vizcarra, who was forced to dissolve the congress and advance the parliamentary elections.
The legislative elections changed the scene in Congress. Popular Force, Keiko Fujimori's party, affected by internal crises and corruption scandals, collapsed and it does not seem possible that it will recover. The new chamber brought in new populist parties and remained highly fragmented, awaiting the April 2021 elections. Following in Chile's footsteps, some political groups in the chamber have proposed a bill to draft a new constitution. Meanwhile, popular disaffection with politicians continues to grow in a country with little trust in its institutions and where the city slept too long ago thinking about the lesser evil.
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