Sergio Manuel González Rodríguez
El siniestro ocurrido el 22 de abril de 1992 en Guadalajara se ha considerado como el mayor desastre ecológico del país. Las explosiones dejaron como saldo ocho kilómetros de calles destruidas, fallecieron 210 personas, destruyeron más de tres mil hogares y más de sesenta mil quedaron sin drenaje, agua y energía eléctrica, y hubo quince mil damnificados (diario Siglo 21).Además de los costos económicos, ecológicos, de salubridad y psicológicos, la catástrofe también tuvo aspectos políticos. Por un lado, puso en tela de juicio la efectividad de las políticas de protección al ambiente y de prevención de desastres, así como de planeación urbana. Asimismo puso de manifiesto una notoria falta de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno y sus dependencias. Así como deficiencias en la toma de decisiones para solucionar este tipo de problemas (González y Morris, 1994).
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