Rubén Chavarín Rodríguez, Antonio Sánchez Bernal
Mil novecientos noventa y tres fue un año difícil para la economía mexicana. Aunque se lograron los objetivos en materia de estabilización y ajuste macroeconómicos, éstos tuvieron su contraparte en un magro crecimiento económico, con los costos sociales correspondientes. Sin embargo, la reducción de la inflación a un dígito y el superávit fiscal obtenido significan un avance en la formación de un marco que permitirá mercados más competitivos y, tal vez, una mayor inversión extranjera directa.
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