Cada vez es más generalizada la opinión de que las soluciones a la problemática doméstica ya no pueden buscarse en el comportamiento particular de las economías nacionales, sino en su interrelación con la dinámica global de la economía mundial. Aunque las economías y los movimientos de capital permanecerán integrados globalmente, el comercio se irá limitando cada vezmás al interior de unidades continentales. En ese contexto, el nuevo entorno mundial exige de la economía internacional un mayor grado de cooperación y coordinación en el ámbito de las políticas comerciales, no sólo entre las economías más dinámicas, sino de éstas con aquellas en vías de desarrollo. Con ese objetivo, desde hace casi cuatro décadas se han venido desarrollando uniones aduaneras, zonas de libre comercio y uniones económicas entre países con el fin de mejorar la eficiencia, disminuir los costes y aprovechar óptimamente las economías de alcance y de escala.
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