El intercambio de mercancías ha jugado un papel importante en la historia del desarrollo económico de los diferentes países. Lo que señalaba Adam Smith en el siglo XVIII acerca de que "no es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero lo que nos procura alimento, sino la consideración de su propio interés, no invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas”, ha cobrado en la actualidad variantes que abarcan desde las formas tradicionales del comercio hasta las más sofisticadas. Lo que debería de intercambiar cada nación fue explicado más tarde por la teoría de las ventajas comparativas; un país debe producir y exportar aquellos bienes en los que tenga ventajas comparativas e importar aquellos en los que su desventaja comparativa sea mayor.
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