En enero pasado se realizó en la Plaza Maniézhnaya de Moscú una manifestación en contra del actual gobierno ruso. Participaron trabajadores, jubilados, demócratas, anarquistas, comunistas y miembros de diferentes tendencias públicas. Los asistentes estaban también a favor de la reunificación del país y el retorno a la formación de la Unión Soviética. Ya en marzo de 1991 estos sectores se habían pronunciado -mediante referéndum- por el mantenimiento de la Unión. Algunos manifestantes portaban retratos de Lenin y Stalin. evocando con ello los años de socialismo en la hoy disociada URSS. Sin embargo, un amplio porcentaje de la población rusa está interesada en olvidar esos años que para ellos representan décadas de opresión y sufrimiento. Existe al interior de la sociedad rusa un sector radical -comerciantes y empresarios- ansioso de transformaciones encabezado por líderes del partido Rusia Democrática. El alcalde de Moscú -por ejemplo- promete que el camino trazado por el presidente Yeltsin conducirá al país "al civilizado y democrático mundo Occidental". Los promotores del paso al "mundo civilizado" en Rusia, han olvidado añadir a su consigna que el modo de producción capitalista no es precisamente un paradigma de justicia y libertad. El desempleo, la pobreza y las injusticias sociales igualmente se dan en la sociedad capitalista. Es indudable que en este país son indispensables profundas transformaciones, pero es también evidente que en la sociedad capitalista se manifiestan igualmente grandes contradicciones. Aunque los medios de comunicación únicamente exhiban los adelantos y beneficios del capitalismo, esto no altera una realidad por todos ya conocida.
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