A los años ochenta se les ha llamado la década perdida, ya que la producción de la mayoría de las ramas económicas registró estancamiento, motivo por el cual los niveles de bienestar de gran parte de la población se han contraído. Este problema de baja en la producción es sumamente preocupante, sobre todo en el sector agropecuario ya que está de por medio la capacidad del país de tener autosuficiencia alimentaria, la cual de verse todavía más afectada conllevaría un alto riesgo de inconformidad social, de mayor dependencia del exterior y de vulnerabilidad ante un intercambio internacional desventajoso.
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