El vínculo entre música y política durante la celebración de la consagración de la Catedral de Puebla, el 18 de abril de 1649, cobra vigencia y alimenta los actuales debates sobre el papel de este arte en la historia cuando se estudia desde dos ángulos complementarios. El primero, analiza las trayectorias de los principales protagonistas y las funciones que asumieron en la ceremonia ejecutada en canto llano que dio inicio al rito de consagración. El segundo, pondera elementos extraordinarios y simbólicos utilizados en el proceso de composición musical, en este caso, en la misa Ego Flos Campi de Juan Gutiérrez de Padilla (1550-1664), maestro de capilla de la catedral angelopolitana. A partir del énfasis que la articulación del sonido otorga a situaciones de performatividad ceremonial y política –así como a determinadas palabras del texto litúrgico–, el análisis de evidencias traza vínculos entre música, pintura, conformación del cabildo catedralicio, conflictos políticos y cambios en la dirección de la monarquía de Felipe IV. Afortunadamente la musicología actual ya no sostiene que las mejores obras deben rebasar los factores sociales y económicos que las rodean; hoy la creación artística en general se considera un punto de intersección entre éstos y otros parámetros complementarios. Sin embargo, con demasiada frecuencia, la composición musical se describe como resultado y no como agente. El artículo respalda una perspectiva diferente al enfatizar que ambas, la creación y la ejecución musical, pueden promover contenidos específicos de orden político.
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