María de la Concepción Castellví y Cardona, marquesa del Ràfol, falleció en 1847 dejando una gran fortuna: vínculos patrimoniales en explotación, junto a bienes muebles, plata, alhajas, su biblioteca y una importante colección pictórica. La marquesa pertenecía a la más antigua nobleza valenciana vinculada a los círculos ilustrados y a instituciones como la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de València. Ella misma fue gran aficionada a la pintura e ingresó como académica de mérito en la entidad a la que legó algunas obras. En su testamento nombró administrador a José María Vera dando orden de que a su muerte se formalizara «un escrupuloso inventario y justiprecio de todos sus bienes, derechos y acciones». La venta en pública almoneda se extendió durante meses.
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