Los retos más importantes de una sociedad solo pueden asumirlos ciudadanos virtuosos, que sepan desentrañar el bien común y luchen por alcanzarlo aun cuando su propio bienestar se vea en riesgo. Formar personas comprometidas es la finalidad que persigue el movimiento de la educación del carácter. Desde los años noventa, Estados Unidos, Reino Unido, Indonesia o Singapur han incorporado este enfoque en sus programas de enseñanza públicos para recuperar el sentido más noble de la educación.
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