Llevamos años hablando del Internet de las cosas (IoT) y dejándonos llevar por su torrente de ideas, sus maravillosos resultados y la utilidad de sus distintas aplicaciones. Tenemos claro que IoT ha llegado par a quedarse, y que va a evolucionar a una velocidad vertiginosa, pero no debemos olvidar la base para que esta evolución fluya; las redes que lo soportan.
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