Este trabajo evalúa la capacidad deliberativa de los procesos constituyentes de 1979 y 1993. Adicionalmente, examina el lugar que le correspondió ocupar al fenómeno de la violencia política en dichos procesos. En ese orden, se puede advertir que la Constitución de 1979 no abordó el problema de la violencia política, y tampoco lo hizo la Constitución de 1993, más bien buscó soluciones punitivas para enfrentarlo, además que esta última tuvo origen antidemocrático. El proceso constituyente como un espacio de articulación, expresión y participación pública democrática quedó frustrado porque ni la Constitución de 1979 y ni la de 1993 abordaron el factor de la violencia política en el debate y discusión constitucional.
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